México y los sicarios adolescentes
viernes, 14 de agosto de 2009Rosalío Reta tenía 13 años cuando fue reclutado por la banda de Los Zetas. A esa edad cometió su primer asesinato, y a partir de ese momento recibió entrenamiento especial para convertirse en uno de los sicarios más efectivos del grupo de narcotraficantes. Las autoridades de México y Estados Unidos le acusan de al menos 30 homicidios.
Hoy el joven tiene 19 años y está en una prisión de Texas, luego de pactar su entrega con la agencia antidrogas estadounidense (DEA por sus siglas en inglés). Lo hizo para salvar su vida, porque Los Zetas ya habían puesto precio a su cabeza.
El caso de Rosalío es ejemplo de un fenómeno creciente en México. Cada vez con más frecuencia, los carteles de la droga reclutan a adolescentes como sicarios o vendedores de droga al menudeo, según reconoció la Procuraduría General de la República (PGR).
"Es una mano de obra que está al alcance y que es de fácil uso y desecho", dijo el investigador Martín Barrón, del Instituto de Ciencias Penales (INACIPE) en conversación con BBC NEWS.
De acuerdo con medios locales que citan a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en los últimos tres años han muerto más de 400 menores de edad en enfrentamientos entre bandas rivales.
Sólo viven tres años
El reclutamiento de adolescentes por bandas de narcotraficantes es un fenómeno que se inició en 2000, dijo a BBC NEW Víctor Clark, director del Centro de Estudios Fronterizos de Tijuana, al noroeste de México.
Antes los carteles no solían contratar a menores de edad pero con la llegada de una nueva generación de traficantes, jóvenes con estudios universitarios y menos escrúpulos que sus padres, se abrieron las puertas para los sicarios adolescentes, explicó.
Se enteran de la operación de los grupos y por su inexperiencia muchos de ellos hablan de más. Eso los pone en una situación de vulnerabilidad, porque la consecuencia es la muerte
Martín Barrón, INACIPE
Los nuevos reclutas provienen en su mayoría de comunidades y barrios pobres, con alto índice de violencia y desintegración familiar.
La crisis económica impulsa la nueva generación de sicarios, dijo Clark, sobre todo porque en ciudades como Tijuana, Nuevo Laredo o Ciudad Juárez las opciones de empleo son pocas.
La vida loca
Para muchos adolescentes el tráfico de drogas al menudeo y la ejecución de rivales por encargo es un trabajo más, comentó Clark.
"Hablamos de mano de obra ad hoc porque tienen una vida llena de adrenalina. No les pagan mucho, entre US$300 y US$400 a la semana. Los entrenan para el uso de armas, les dan vehículos. Se volvió un atractivo para los jóvenes".
Pero es un espejismo, porque los adolescentes sobreviven, en promedio, entre tres y cuatro años dentro de una banda del narcotráfico.
Tienen una vida llena de adrenalina. No les pagan mucho, entre US$300 y US$400 a la semana. Los entrenan para el uso de armas, les dan vehículos. Se volvió un atractivo para los jóvenes
Víctor Clark, Centro de Estudios Fronterizos de Tijuana
Después, la mayoría pierde la vida en combates con bandas rivales o asesinados por sus empleadores, dijo el investigador Barrón.
"Se enteran de la operación de los grupos y por su inexperiencia muchos de ellos hablan de más. Eso los pone en una situación de vulnerabilidad, porque la consecuencia es la muerte".
Fue el caso de Rosalío Reta, que cometió el error de visitar Monterrey, en el noreste de México, donde tenía prohibido poner un pie. La consecuencia fue una sentencia de muerte en su contra, según dijo a la policía mexicana.
Sin remedio
Legalmente en México la sanción para los adolescentes que cometen delitos es menor a la que reciben los adultos. De esto se aprovechan los carteles de la droga, dijo el investigador del INACIPE.
"En términos económicos les resulta más barato contratar a un menor de edad que un adulto, porque el castigo que reciben es más corto", dijo Barrón.
Hasta ahora no hay cifras de cuántos adolescentes participan en el narcotráfico porque a diferencia de otros países, como Colombia, en México no hay estudios sobre el tema.
Pero el problema está en crecimiento.
Este año la PGR ha capturado al menos tres bandas de sicarios y traficantes donde participaban menores de edad, dos vinculadas a Los Zetas.
Lo más grave es que los adolescentes sicarios tienen pocas posibilidades de rehabilitación, porque -además de la crisis económica- México tiene un problema serio para garantizar educación y empleo a todos los jóvenes y adolescentes, coincidieron los analistas consultados por BBC NEW.
Martín Barrón lo resume: "¿Qué les vamos a dar? ¿Qué es suficientemente atractivo para que dejen la vida en el narcotráfico?".